Motivación y Emoción.
Por: Cesar Alanis
Coach
La motivación y la emoción son términos que están estrechamente ligados y ambos derivan del verbo latino moveré que significa motivación “moverse”, “poner en movimiento”, “estar listo para la acción”. La motivación que toma en consideración la emoción tiene más probabilidades de ser efectiva. Dicho de otra forma: hay que motivar a partir de la emoción: si no es así, no puede haber auténtico aprendizaje, es necesario crear sentimientos y actitudes favorables al objeto de aprendizaje para motivarlo y potenciarlo.
Las emociones son una fuente de motivación. Desde un punto de vista técnico, la motivación es la capacidad para enviar energía en una dirección específica con un propósito específico. ‘Estar motivado es sacar lo que está adentro’, dice el autor Zig Ziglar, uno de los mejores motivadores, y ahí es donde encontramos qué es lo que nos mueve, nos hace vibrar y sentirnos plenos.
En muchas organizaciones, dentro del ámbito laboral, a menudo las personas se desmotivan al ocupar el tiempo y la energía fingiendo aceptar decisiones u opiniones que no comparten, haciendo silencio, tolerando un orden jerárquico, reprimiendo percepciones u oportunidades. Si somos capaces de aceptar lo que sentimos y prestamos atención a nuestros pensamientos, podremos darle la vuelta a la situación, a modo de cancelación de las anteriores y de revitalización de las emociones que nos motivan, provocando creatividad, iniciativa, cooperación, colaboración y compromiso. Una persona con buenas habilidades a este nivel, podrá adaptarse fácilmente y su motivación será menos vulnerable a la frustración de una meta o deseo.
Si la inteligencia emocional es el grado de habilidades y destrezas que permiten canalizar sentimientos frente a la realidad de una forma asertiva, y que permite ayudar a descubrir las potencialidades de otras personas haciéndolas más eficaces, es lógico que pueda mejorarse la motivación trabajando sobre las emociones.
La motivación es una habilidad que hay que trabajar, mejorar y finalmente, sacar provecho de este esfuerzo. Cada persona puede mejorar su inteligencia emocional y la motivación sufrirá, entonces, un cambio radical y positivo en función de las metas propuestas.
Algunas recomendaciones para mejorar la inteligencia emocional y la motivación:
• El trabajo en equipo: fomentará la interacción entre los integrantes del grupo, las responsabilidades y presiones se distribuirán equitativamente y los escollos frente a las metas se resolverán de modo colectivo.
• Limitar el contacto con personas pesimistas o desmotivadoras que no nos ayudan a centrarnos en nuestra propia asertividad.
• Trabajar sobre el control de los sentimientos impulsivos que surgen frente a la frustración y nos limitan en nuestro crecimiento: la ira, la angustia, y las reacciones explosivas.
• Trabajar sobre metas a corto plazo, para darnos la oportunidad de demostrarnos que somos capaces de decidir el cambio y llevarlo a cabo con objetivos accesibles e inmediatos.
Para conseguir un mayor rendimiento en cualquier aspecto de nuestra vida, la motivación positiva juega un papel muy importante ya que está ligada a sentimientos tales como el entusiasmo, la perseverancia y la confianza. En la medida en que estemos motivados por el entusiasmo y el gusto por lo que hacemos, las emociones se convierten en excelentes estímulos para el logro.
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