lunes, 8 de julio de 2013

¿Qué cosas le faltan a tu vida?

¿Qué cosas le faltan a tu vida?

Por: Cesar Alanis
Coach de Vida

Uno de los interrogantes que hoy queremos plantearnos es tu opinión sobre la carencia de cosas en la vida de cada uno de nosotros y sus implicaciones a la hora de sentirse o no satisfecho. En este caso hablamos de las cosas esencialmente materiales y su impacto en nuestro bienestar y felicidad.
Ya en algún post anterior en el que hablábamos de los diferentes factores que influyen en la felicidad, comentábamos que por muy significativos que para cada uno de nosotros nos puedan parecer los diferentes acontecimientos y circunstancias de la vida, según los estudios, en realidad determinan un porcentaje reducido de nuestra felicidad. ¿Qué podemos decir acerca de las cosas materiales y afán por conseguirlas?, ¿son buenas?, ¿malas?, y… ¿hasta qué punto?


Si has tenido la oportunidad de hablar con las generaciones anteriores ( padres, abuelos…), les habrás escuchado una y mil veces que ellos eran felices sin apenas recursos, tenían lo mínimo para sobrevivir, carecían de servicios básicos, sus distracciones eran sus charlas y juegos con los vecinos próximos, no disfrutaban de vacaciones como hoy, no existían juguetes para los niños, ellos mismos los fabricaban en plan rudimentario pero disfrutaban haciéndolo, existía una tendencia a compartir lo poco o nada que había; el vecindario era como una gran familia. Trabajaban de sol a sol, las comodidades en las casas no existían. Sin embargo, eran personas luchadoras, perseveraban en sus objetivos, tenían una meta y era legar a su familia una vida más cómoda que la que ellos tuvieron que soportar. Creían en ellos, en su perseverancia y tenacidad, sabían que nadie les regalaría nada. Vivían el presente, y al mismo tiempo eran optimistas con relación a su futuro, sabían que aún con muchas trabas antes o después conseguirían sus objetivos.


Infinitas veces habrás oído “eran personas duras”, si lo observábamos de esa forma tan simple, no tenemos una visión real de lo que ocurría. Si por dureza entendemos que no se dejaban amedrentar por las adversidades, pues sí lo eran. Pero no porque careciesen de sentimientos y sus emociones las controlasen como un reloj suizo. Lo que en realidad ocurría con esas generaciones, y estamos hablando a nivel general, era que poseían unos niveles altísimos de resiliencia, porque su vida era una adversidad y los pequeños placeres eran la anécdota. Y si querían sobrevivir, salir hacia adelante no les quedaba otra que superar sus miedos, asumir sus responsabilidades, no rendirse ante los fracasos, tropezar yvolver a levantarse. Pero además, eran personas que eran felices pese a sus posesiones materiales.
En realidad, el materialismo, y tal y como apunta la doctora Sonja Lyubomirsky, no sólo no produce felicidad, sino que está demostrado que es un factor que permite predecir la infelicidad. En el año 1976 los investigadores han analizado la actitud de 12.000 alumnos de primer año de carrera y a continuación midieron su satisfacción en la vida a los 37 años. Los que habían manifestado aspiraciones materialistas desde un comienzo estaban menos satisfechos con su vida 20 años después.


Pero no sólo eso, este mismo estudio se ha vuelto a repetir en USA en el año 2005 participando en este caso más de 260.000 estudiantes, una cifra record. Pero en este caso, también fue record el número de estudiantes, el 71%, que dijo ser muy importante tener una “situación financiera muy buena” frente al 42% del estudios del año 1967. Curiosamente, apenas el 52% de los encuestados reconocieron que fuera importante para ellos “desarrollar una filosofía de vida significativa”, en comparación con el 86% de 1967.


Uno de los motivos por los cuales el materialismo no consigue hacernos más felices es precisamente que, por más que uno alcance sus deseos de riqueza, esto no se traduce en un incremento de la felicidad. Sino que te lleva a perseguir objetivos monetarios cada vez más altos. A ello, hay que añadir que en más de una ocasión el materialismo nos distrae de otros aspectos que aportan mucho más valor y satisfacción a nuestra vida, nos referimos por ejemplo a cultivar nuestras relaciones, a disfrutar del presente o a participar en actividades de ocio.



Además, aunque los que tienen ingresos más altos dicen sentirse más satisfechos con la vida, los estudios demuestran no dedican más tiempo a actividades agradables y placenteras que aquellos que tienen menos ingresos, lo que favorece en muchas ocasiones mayores sensaciones de angustia. Por lo tanto, pensemos sobre esto todo un poco y busquemos un equilibrio adecuado en nuestra vida.



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